• Lunularaceae

    es una familia que pertenece a la clase Marchantiopsida y al Orden Marchantiales. Es una familia monotípica, es decir constituida por una sola especie Lunularia cruciata la cual se distribuye ampliamente alrededor del mundo en las regiones subtropicales; tanto del hemisferio sur como del hemisferio norte, generalmente es propia de climas desde templado a cálido

  • Lobo gris mexicano

    El lobo gris mexicano o solo lobo mexicano es una de las 24 subespecies de lobo (Canis lupus) que existe en Norteamérica y se caracteriza por ser la más pequeña y la que se distribuye más al Sur. De estas subespecies solo dos han habitado en la República Mexicana hasta principios del siglo XX.ecies.

  • Lycophyta, Lycopodiophyta y Microphyllophyta

    El phyllum Lycophyta comprende 1500 especies aproximadamente, son plantas herbáceas, cosmopolitas y se encuentra dividido en tres Ordenes: Lycopodiales, Sellaginelales e Isoetales. Este grupo de plantas apareció en el Devónico y es el grupo hermano del resto de las plantas vasculares como lo son helechos, gimnospermas y angiospermas.

  • El Tecolotito serrano (Glaucidium gnoma)

    Tiene una longitud de 15 a 17cm en su etapa adulta (aproximadamente 6 pulgadas). Cabeza redonda de color blanco con manchas, dos puntos pálidos en la parte superior de la cabeza, la nuca y cuello, semejante a ojos en la espalda. La parte superior del pecho y cuello presenta un parche negro, las alas y la cola son más obscuras y con rayas verticales en los flancos.

  • ¿Qué son los helechos?

    Es un grupo de plantas que ha lo largo del tiempo se le ha llamado de formas diferentes, ha sido nombrado Pterophyta, Pteridophyta, Poplypodiophyta y recientemente Monylophyta, sin embargo al no existir un consenso nos referiremos a ellos como “Helechos”.

Diente de León, la cura para todos los males

 Autora: Diana Patricia Ramírez Ornelas

En los jardines y parques, en las banquetas y a la orilla del camino, nace y sobrevive una planta que resiste y crece en las grietas del pavimento: el diente de león. Es una planta famosa en todo el mundo, ya sea por sus hojas dentadas, sus flores amarillas y esponjosas o por sus inspiradoras semillas voladoras, que le han ayudado a distribuirse desde Europa y Asia, de donde es originaria, hacia el resto de los continentes; en el hemisferio norte y hemisferio sur. Crece en altitudes de 0 a 1000 msnm, aunque también le van bien las zonas tropicales a 1200 -1500 msnm. Prospera en campos y ciudades, sin discriminar, a tal grado que se le considera una maleza y es una dura combatiente para quienes desean eliminarla de sus tierras.

Su popularidad no se trata de algo reciente, ya que pertenece a numerosas culturas dentro de su medicina tradicional y gastronomía. Se han encontrado registros donde los egipcios reportaron su uso como planta medicinal en el 300 a. n. e. Forma parte del menú en una leyenda griega reconocida, donde Teseo comió una ensalada de diente de león después de acabar con el minotauro. La medicina tradicional china la conoce como uña de la Tierra, haciendo referencia a su obstinada raíz. Y por supuesto, también pertenece a la medicina tradicional mexicana.

El nombre científico del diente de león es Taraxacum officinale. La palabra Taraxacum, que es el género de la planta, tiene un origen incierto. Los estudiosos le asignan dos posibles orígenes: del árabe tarakhshaqun “hierba amarga” y de las palabras griegas taraxis “enfermedad ocular” y akos “cura”. Es fácil ahora imaginar su sabor y su uso en las medicinas tradicionales. Pero sería un grave error limitarnos a ello y menguar en su importancia y aplicaciones. El diente de león es una de esas plantas que se utilizan de “los pies a la cabeza”, es decir, de la raíz a la flor. Sus hojas, raíces y flores tienen usos, sabores y compuestos diferentes.

Taraxacum officinale es una hierba perenne, que pertenece a la familia Asteraceae. Su crecimiento es en roseta basal y la forma de sus hojas es variable en los individuos, algunos con formas lobulares, otros con hojas dentadas. Mide hasta 30 cm de altura y presenta flores hermafroditas color amarillo. Sus frutos son aquenios muy pequeños con vilano de unos 7 a 15 mm. Su raíz puede llegar a medir desde 0.5 m hasta 2.0 m, (ahora entendemos su nombre chino), y sus raíces laterales se distribuyen a lo largo. Además, la raíz tiene una alta capacidad de regeneración y puede producir brotes a partir de fragmentos pequeños. Toda la planta genera un látex blanco cuando se corta (Figura 1).


 Figura 1. Flor del diente de león. Su nombre científico es Taraxacum officinale

El diente de león en la medicina tradicional

Entre los saberes y experiencias acumuladas dentro de las medicinas tradicionales, se comparten varios usos del diente de león. En la medicina tradicional mexicana, se usa la decocción de las hojas o la infusión de la raíz para atender problemas de hígado. También se usa para problemas de la piel y la vesícula biliar. Se emplea el látex de la planta o el agua de remojo de la planta seca para aliviar los ojos irritados. Se reporta su uso para el tratamiento de enfermedades gastrointestinales como el estreñimiento, dispepsia, acidez, gases e inflamación de abdomen; en afecciones de las vías respiratorias, como bronquitis, neumonía, para aliviar la tos. Para desinflamar heridas y el músculo liso. Calma el dolor reumático y los cólicos menstruales, fortalece el corazón. Trata la diabetes y remover cálculos del riñón; se emplea como sudorífico y tónico. En la medicina tradicional irlandesa y británica se comparten estas aplicaciones, además de curar el nerviosismo, las aftas, los huesos débiles o rotos y la anemia.

La medicina tradicional china la utiliza principalmente para la inflamación. Por otro lado, en la antigua Persia, se aplicaba en los ojos para reducir los síntomas del glaucoma. El jugo del diente de león también se recomendaba para los edemas y como antídoto para las picaduras de escorpiones. Y esta larga lista podría seguir, con los usos que le dan en países tan distintos como Rusia, Turquía, Bulgaria, Kosovo, Venezuela, Ghana.

La pregunta más evidente aquí: ¿Es posible que una sola planta pueda tratar tal variedad de padecimientos alrededor del mundo?


 Figura 2. Dientes de león en su ambiente natural. Crédito al fotógrafo <a href="https://openphoto.net/gallery/image/view/30041">&copy; Miroslav Vajdić</a>

Raíces, hojas y flores, ¿qué hay en cada parte?

Resulta que Taraxacum officinale posee un gran conjunto de compuestos bioactivos y algunos se ubican en partes específicas de la planta. Un compuesto bioactivo es una sustancia que no es de interés nutrimental, pero tiene un impacto benéfico y significativo en la salud. Existen varios tipos, que se clasifican de acuerdo a su estructura química: los nitrogenados, los azufrados, los terpenos y los fenólicos. Taraxacum officinale contiene principalmente compuestos terpénicos y fenólicos.

El sabor amargo de sus hojas se debe a la presencia de sesquiterpenlactonas glucosiladas, como el ácido taraxínico, que solo se ha encontrado en esta especie. Estos compuestos se relacionan con sus propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas. Sus hojas también contienen triterpenos, que promueven la reducción en la absorción de colesterol; ácidos fenólicos como el ácido caféico y el ácido clorogénico, que estimulan el sistema inmune; flavonoides glucosilados, como la luteoína y la quercetina, que son reconocidos antioxidantes; cumarinas como la chicorina y la aesculina, con actividad en el sistema cardiovascular.

Las flores, al igual que las hojas, contienen ácidos fenólicos y flavonoides glucosilados y en forma libre, como la luteolina y el crisoeriol.

En la raíz se ha descubierto una mayor variedad de compuestos bioactivos: nueve lactonas sesquiterpénicas glucosiladas y en forma libre, como la tetrahidroridentina B, ixerina D y taraxacósido; triterpenos como el taraxasterol, α- y β-amirina; 12 ácidos fenólicos como el ácido vainillinico, ácido cumárico y el ácido felúrico; cumarinas como la esculetina y escopoletina; la inulina, un carbohidrato complejo con actividad prebiótica.

Desde el punto de vista nutrimental, el diente de león también es bastante notable. Sus hojas son una excelente fuente de minerales como el calcio, potasio, manganeso, hierro, cobre, y zinc. De vitaminas, se puede encontrar vitamina A, carotenoides, vitamina B1, B2, C y nicotinamida. Aporta aminoácidos esenciales y condicionales como leucina, lisina, valina, treonina y serina. Contiene ácidos grasos insaturados, como el ácido linolénico y linoleico.


Figura 3. Frutos del diente de león. Creditos al fotógrafo <a href="https://openphoto.net/gallery/image/view/29152">&copy; Korry Benneth</a>

 

¿Cómo se come?

En la gastronomía mediterránea, sus hojas y flores forman parte de las ensaladas y se cocinan en sopas, pastas y guisados. Las raíces se secan y se tuestan para preparar una bebida similar al café; con las flores se preparan postres y licores, de forma tradicional. En México, también se puede encontrar dentro de la gastronomía tradicional de algunas regiones rurales: se preparan las hojas en mezcla con la masa de maíz o como bebida refrescante licuadas con limón, azúcar y agua.

 Conclusión 

Conociendo los usos, los compuestos bioactivos y su valor nutrimental, es fácil de entender su presencia e importancia en una gran diversidad de culturas desde la antigüedad. Una planta que, en tiempos más lejanos no era tan prolífera como lo es ahora, pero que curaba desde un afta hasta la picadura de escorpión, que mejoraba la piel y protegía al corazón, que nutría y mejoraba la salud gastrointestinal, en estos tiempos crece en las banquetas de la ciudad, igual de curativa y nutritiva que siempre. Podríamos reconsiderar que viviera en los jardines de las casas, en las tierras de cultivo y cambiar su imagen de mala hierba, a la hierba que cura todos los males.

Literatura recomendada

Allen, D. E., Hatfield, G. (2004). Medicinal plants in folk tradition. An ethnobotany of Britain and Ireland. China: Timber Press.

Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana (2009). Diente de león. Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana. Universidad Nacional Autónoma de México: http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/apmtm/termino.php?l=3&t=diente-leon

Coon, N. (1974). The dictionary of useful plants. Rodale Press.

González-Castejón, M., Visioli, F., Rodríguez-Casado, A. (2012). Diverse biological activities of dandelion. Nutrition Reviews. 70 (9): doi:10.1111/j.1753-4887.2012.00509.x

Lis, B., Olas, B. (2019). Pro-health activity of dandelion (Taraxacum officinale L.) and its food products – history and present. Journal of Functional Foods. 59.: https://doi.org/10.1016/j.jff.2019.05.012

Martínez-Navarrete, N., Camacho, M. M. V., Martínez, J. J. L. (2008). Los compuestos bioactivos de las frutas y sus efectos en la salud. Revista española de Nutrición y Dietética. 12(2). Disponible en Elsevier: https://www.elsevier.es/es-revista-revista-espanola-nutricion-humana-dietetica-283-articulo-los-compuestos-bioactivos-frutas-sus-13131455

Navarrete, A. (2012). Catálogo de hierbas y especias. Distrito Federal: Cookbook.

Renobales, G., Sallés, J. (2001). 60. Taraxacum officinale: morfología y ecología. Plantas de interés farmacéutico. Disponible en Universidad del País Vasco: https://www.ehu.eus/documents/1686888/3913390/60.+Taraxacum+officinale.pdf

Sobre el autor: https://revistarimega.blogspot.com/2022/02/diana-patricia-ramirez-ornelas.html

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Diana Patricia Ramírez Ornelas

 

Egresada de la licenciatura en Química de Alimentos de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Actual estudiante de Ingeniería en Biotecnología en la Universidad Abierta y a Distancia de México (UnADM). Cuenta con un diplomado en Gestión de Proyectos Productivos y Sociales Sustentables en Centro de Investigación para el Desarrollo Sustentable A. C. Desde el 2019, trabaja como docente de Ciencias Naturales en un Centro de Apoyo Pedagógico en educación básica, media superior y superior. Además, de impartir talleres de educación ambiental con enfoque en los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Durante los últimos años sus intereses han la sostenibilidad, la seguridad alimentaria y los contaminantes emergentes.

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Desentrañando de la oscuridad los maravillosos dones de los murciélagos

 Autor: Arturo Mendoza Martínez 

Por milenios, a los murciélagos se les ha asociado con lo misterioso, lo esotérico, la muerte, lo sobrenatural y lo enigmático. Civilizaciones antiguas de México como los zapotecas, los aztecas y los mayas los veneraban, ya que consideraban que eran entes divinos, y en el caso de los mayas, hay un signo zodiacal del murciélago que hace referencia a la muerte, la noche y el inframundo.

Esa concepción ha persistido, pero se ha transformado en una visión en la que se les considera criaturas del lado oscuro de la Naturaleza, es decir, de ese grupo de extraños seres, enigmáticos, perturbadores, de los cuales nadie quiere hablar ni mucho menos conocer ni entremezclarse con ellos.

A pesar del enorme avance del conocimiento, esa visión de los murciélagos como seres oscuros, hostiles, peligrosos e infectivos, no ha sido totalmente desmentida. Lejos de eso, pareciera que la ciencia no ha sido suficiente para hacerle justicia a estos misteriosos, pero asombrosos animales.

Bastaría con leer sobre ellos en libros o revistas científicas, sin embargo, en estos tiempos en que la Naturaleza nos ha puesto de cabeza y nos ha cambiado las reglas del juego de la vida, debido a la persistente contingencia sanitaria, a estos animales se les ha acusado de ser parte de la causa de que ese extraño virus haya cimbrado nuestras vidas durante al menos dos años. No es necesario detallar en este asunto, ya que existen notas periodísticas en las que se ha señalado que los murciélagos fueron los portadores originales del virus causante de la COVID 19, sin embargo, solo hablan de ellos sin considerar que no se ha encontrado evidencia de que algún murciélago sea portador de ese virus. Ni siquiera cuando se lanzó la célebre novela Drácula, en 1897, habían tenido tanta difamación estas criaturas. Por eso, nos daremos la oportunidad de revisar brevemente acerca de estos maravillosos seres.

Al observarlos en fotos o ilustraciones, surge la idea de que se tratan de ratas con alas, pero no hay nada más lejos de la realidad que eso. No, no son ratas, ni tienen el mínimo parecido con estas. Simplemente son un grupo de mamíferos con un aspecto corporal, parecido al de estos roedores, pero tienen muchas características que terminan de alejarlos más. El más obvio es el de ser mamíferos voladores; a lo largo de su historia evolutiva, los murciélagos desarrollaron alas, gracias a las adaptaciones de sus manos. Así es. Imaginemos que nuestras palmas se encogen, nuestros brazos se adelgazan y se empequeñecen y nuestros dedos se alargan y quedan unidos por una membrana muy delgada y esas membranas llegan hasta nuestros costados, de nuestro cuello al abdomen. Finalmente, si pudiéramos encoger un poco nuestras piernas y pies, podríamos adoptar la apariencia de un murciélago. Imaginándolo así, es fácil entender que las alas se deben al alargamiento de los dedos. Si, a pesar de esto, aún creen que los murciélagos parecen ratas, entonces pregúntense, ¿las ratas tienen manos con dedos grandes para que formen esas alas que acabamos de imaginar?

Hay murciélagos por todos lados, excepto en los glaciares. Hoy se sabe que existen más de 1400 especies en el mundo, de las cuales México tiene 140. Una de las causas de estos grandes números, es la enorme diversidad de hábitos alimenticios que presentan. La mayoría de los murciélagos se alimentan de frutos, polen, néctar, insectos, peces, pequeños invertebrados y hojas. Finalmente, sólo existen tres especies que se alimentan de sangre, del total que existe en el mundo, las hematófagas. En estos casos, generalmente se alimentan de la sangre de vertebrados silvestres o de animales de ganado. Así que, es muy poco probable que, si un día llegamos a toparnos con una colonia de hematófagos, en la entrada de una cueva o en un bosque, puedan atacarnos perversamente para chuparnos la sangre y convertirnos en vampiros.

Esa diversidad de hábitos alimenticios les permite a los murciélagos proporcionarnos una gran variedad de servicios, gracias a los cuales hoy tenemos el estilo de vida que llevamos. Los que consumen néctar de muchas flores, son importantes polinizadores de plantas de un alto interés económico, como las pitayas, los agaves y magueyes. Si no fuera por ellos, no tendríamos tequila, mezcal o pulque con el cual brindar en nuestras fiestas.

Otro de sus invaluables servicios yace en su don del vuelo. ¿Qué tendría de maravilloso que los murciélagos vuelen si aún con eso tienen un aspecto terrorífico? Pues gracias a ello, pueden dispersar las semillas de los frutos que comen, incluso por distancias muy largas, lo que a su vez propicia que un bosque puede volver a expandirse si recientemente fue quemado o reemplazado por campos de cultivo. Asimismo, aquellos murciélagos que forman colonias de millones de individuos, durante su vuelo pueden devorar toneladas de insectos, como mosquitos, moscas, y otras especies que pueden volverse plagas para cultivos agrícolas importantes, como maíz, algodón, caña de azúcar, entre muchos otros y, que también pueden transmitir enfermedades. Por lo que en vez de acusarlos de que nos transmitan la COVID 19, más bien debemos agradecerles que no sea tan fácil infectarnos de dengue por algún mosquito.

Sería imposible resumir en tan solo dos cuartillas todo lo bueno que los murciélagos hacen por nosotros. Sin embargo, podemos concluir que se trata de animales con roles vitales en los ecosistemas, que son sumamente diversos, y sin sus servicios, nuestra vida moderna no sería lo que es. Hoy en día disponemos de basta información en algunos libros o artículos académicos, para informarnos mejor, comprenderlos y apreciar sus beneficios, y así entender que, aunque muchos de ellos medran en la oscuridad de la noche, no es porque tengan intenciones oscuras, simplemente, esa es su naturaleza.

Figura 1. Muciélago de la especie Lasiurus blosevilli. Especie insectívora, destaca por su pelaje rojizo. Se aprecia que la membrana alar está formada por sus extremidades superiores.


Figura 2. Murciélago del género Myotis spp, género muy diverso de insectívoros.


Figura 3. Rostro del murciélago del género Pipistrellus spp.


Figura 4. Ejemplar de la especie Centurio senex. Especie frugívora que destaca por los plegamientos de la piel de su rostro, haciéndolo parecer un anciano, de ahí su nombre.


Figura 5. Dos especies de murciélagos frugívoros. Arriba, Artibeus lituratus; abajo, Artibeus jamaicensis



Nota: Para la toma de las fotografías se manipuló a los especímenes adecuadamente para evitarles estrés y daño.

LITERATURA RECOMENDADA:

http://blogs.ciencia.unam.mx/lahuella/2016/05/04/y-los-murcielagos-en-el-mexico-prehispanico/

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-25742013000200007

https://www.mexicodesconocido.com.mx/horoscopo-maya-quieres-saber-cual-eres.html

https://cienciaergosum.uaemex.mx/article/view/14941/11896

http://www.encuentros.uma.es/encuentros62/murcielagos.html

https://www.nationalgeographic.es/animales/2018/02/los-murcielagos-vampiro-se-alimentan-solo-de-sangre-ahora-sabemos-como-lo-hacen

Sobre el autor: https://www.blogger.com/blog/post/edit/237276068855204020/6946366410126622049


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Arturo Mendoza Martínez

 

Arturo Mendoza Martínez es egresado de la Licenciatura en Biología, de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Entre 2006 y 2008 colaboró como asistente de investigación en el Jardín Botánico de la UNAM, en el Instituto de Ecología, en proyectos ambientales en la selva lacandona de la fundación Natura Mexicana y se desempeñó como asistente de compilación en el Segundo Estudio de País de la CONABIO. Tras toda esa experiencia, en 2011 incursionó en el mundo del emprendedurismo y la educación financiera, creando redes de distribución comercial en compañías de ventas directas y posteriormente en el mundo de los bienes raíces; en 2017 creó su propia inmobiliaria, para dar asesoramiento patrimonial al público, no obstante, al lado de toda esta actividad comercial, mantiene su afición y pasión por la ciencia y la Naturaleza.

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Gustavo Epitacio Joaquin

 

Gustavo Epitacio Joaquin es egresado de la licenciatura en Biología por la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 2014 y 2015 cursó el taller “Cuentacuentos UNAM”, impartido por la Facultad de Filosofía y Letras y el Seminario Universitario de Estudios sobre el Discurso Forense (SUEDIF), ambos de la UNAM. En 2016 se integra a Ciencia Desde Cero, organización independiente dedicada a la divulgación de la ciencia. De 2017 a 2019 fue coordinador del programa de servicio social “UNAM-Peraj Adopta un amigo”. Actualmente desarrolla su trabajo de titulación sobre comunidades macroliquénicas en bosques templados de la Sierra Nevada, México.

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Simbiontes espaciales, más cerca de lo que te imaginas

 Autor:  Gustavo Epitacio Joaquín

¿Qué pensarías si te digo que un organismo simbionte ha llegado a nuestro planeta a bordo de una pequeña cápsula espacial? Y que además sigue viviendo entre nosotros…  Pues, aunque suene a ciencia ficción, o alguna historia del universo de Marvel  (sí, lo digo por ustedes Venom), se trata de una historia completamente real, que ocurrió a inicios de los años 2000’s.

Para poder hablar de este evento, es necesario aclarar que en términos biológicos, se le conoce como organismo simbiótico a aquel que mantiene algún tipo de asociación con otro organismo vivo. Algunas de estas asociaciones pueden ser de beneficio para uno solo de los simbiontes (comensalismo), de beneficio mutuo (mutualismo), o bien en donde se termine dañando o perjudicando a alguno de los involucrados en la interacción (parasitismo), llevándolo incluso a la muerte (parasitoidismo).

En la película de Venom (2018), el personaje “simbionte” es un “parásito líquido”, proveniente de un planeta ajeno al nuestro, que busca asociarse con algún humano del que pueda beneficiarse. Y aunque en un inicio se plantea como un parasitismo, lo que realmente ocurre es una simbiosis mutualista, en donde el humano Eddie Brock y el extraterrestre resultan beneficiados. En la naturaleza es común encontrarse con este tipo de relaciones, por mencionar algunos ejemplos: la polinización de las flores por medio de las abejas (asociación planta-animal), la red de comunicación bajo el suelo entre árboles y hongos (asociación hongo-planta), y la protección entre las  anémonas y los peces payaso (asociación animal-animal).

En una relación simbiótica, si uno de los organismos asociados se ve obligado o necesita de otro organismo para su desarrollo se le conoce como simbionte obligatorio. En el caso contrario, en donde el organismo puede no necesitar forzosamente la interacción con la otra entidad para seguir con su vida, se le llama simbionte facultativo. Regresando a la película de Venom, el “parásito líquido” es un simbionte obligatorio, mientras que Eddie Brock es un simbionte facultativo; pues el humano puede hacer su vida sin ningún problema en la ausencia del extraterrestre, pero el “parásito” se ve obligado a unirse a Eddie, porque sin él solo es un moco negro sin forma.

Habitualmente en las simbiosis existentes en la naturaleza, los organismos vivos que se encuentran en asociación solo establecen contacto entre sí (el ejemplo del pez payaso y la anemona) o se unen ligeramente (el ejemplo de las plantas y los hongos), conservando siempre su forma original. Son muy raros los casos en lo que los simbiontes se fusionan y originan una unidad completamente diferente. Si alguna vez has visto Dragon Ball o Steven Universe, recordarás que en ocasiones dos personajes se fusionan para dar paso a otro completamente diferente. Un ejemplo real en donde los organismos se unen para conformar una unidad completamente distinta a sus formas originales son los líquenes.


Un liquen es una forma de vida, compuesta por una simbiosis mutualista entre hongo y un organismo fotosintético (puede ser un alga o una bacteria). En esta relación liquénica, el hongo es un simbionte obligatorio, al igual que el “parásito líquido” en Venom, que en ausencia de su compañero fotosintético no crece o no se desarrolla como se espera, mientras que las algas siguen su vida como si nada, como el personaje de Eddie Brock.

En la asociación el hongo protege de la luz UV (que puede dañar los tejidos) al alga o bacteria, además le brinda nutrimentos y humedad que su compañero de vida no conseguiría por sí solo; en cambio el alga (o bacteria), le brinda alimento y nutrimentos que el hongo aprovecha para seguir creciendo y desarrollándose. Esta estrecha asociación de beneficio mutuo, les ha permitido conquistar hasta el 8% de la cobertura vegetal en el planeta Tierra, que aunque suene poco, es casi la misma proporción del área que ocupan las selvas en el mundo.

Los líquenes habitan en casi todos los ecosistemas terrestres, desde las rocas cercanas al mar, hasta las montañas más altas; desde los desiertos más secos y calurosos, hasta las zonas más frías del planeta; y crecen sobre lo que te imagines: tierra, árboles, hojas, musgo, huesos viejos,  fierro, concreto, plásticos, zapatos, tela y más. De hecho, es muy probable que cerca de tu casa, en algún árbol o en alguna pared se encuentre viviendo un liquen. Tal vez no lo veas, pues algunos miden menos de un centímetro, o tienen un color poco llamativo; sin embargo, te invitamos a buscarlos, en ocasiones parecen costras o chicles de color amarillo, verde o gris pegados a un árbol. Si los encuentras, ten mucho cuidado, no los arranques, porque tardan años en crecer algunos milímetros.

Ahora, ¿qué pensarías si te digo que liquen ha sido enviado al espacio y después de 16 días ha regresado intacto a nuestro planeta?

En el año 2005, un grupo de investigadores españoles envío al espacio la capsula Foton M-2, que contenía dos líquenes diferentes, los cuales permanecieron orbitando alrededor de unos 16 días expuestos a radiación solar y temperaturas de extremas, condiciones sumamente perjudiciales para la vida los seres vivos. Cumplidas las más de dos semanas, la pequeña nave aterrizo en Madrid, en donde un equipo de investigadores reviso los líquenes, encontrando que ninguno de los dos había sufrido daños durante el viaje espacial, ¡manteniéndose con vida!

Como podrás ver, el estudio de los líquenes resulta bastante interesante. A la fecha investigadores de diferentes países aun intentar averiguar más sobre los organismos simbiontes que lo componen y de sus increíbles habilidades. De momento, si te es posible, sal a buscarlos, quizá en un futuro tú puedas ser la siguiente persona en realizar un trabajo con simbiontes; o quién sabe incluso te podrías convertir en el próximo organismo simbionte en viajar al espacio.

Liquen costroso. Foto: Felipe de Jesús Eslava Silva

Sobre el autor: https://revistarimega.blogspot.com/2022/02/gustavo-epitacio-joaquin.html


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