Un encuentro al anochecer: Quiropterofilia

Autor: Demian Morales Gonzales

Todos los organismos que pueblan la Tierra tienen la capacidad, tan sólo por el hecho de ser entes biológicos, de reproducirse con el fin de dar lugar a progenie que continúe su línea evolutiva. Este fenómeno es tan fundamental que, al asomarnos a cualquiera de los cinco reinos que componen el árbol de la vida, encontraremos gran variedad de formatos en los que se presenta la reproducción: desde las solitarias bacterias, que se bastan con su cuerpo unicelular para dividirse; pasando por los protistas, inventores de la reproducción sexual; hasta llegar a los hongos, que fusionan sus micelios en un proceso llamado somatogamia; los animales, poseedores del comportamiento sexual; o las hermosas plantas, verdaderas artistas de la reproducción. En este último reino, particularmente, existe un grupo de plantas —que en el argot científico llamamos angiospermas— las cuales han encontrado su éxito evolutivo en una fastuosa especialización de los órganos sexuales dentro de una maravillosa estructura: la flor.

Dentro de la flor están contenidos cuatro tipos de órganos, pero los más importantes son los dos fértiles; por un lado, el órgano femenino llamado carpelo contiene a los óvulos (que equivaldrían a los óvulos animales); por el otro, el órgano masculino llamado estambre contiene a los granos de polen (que equivaldrían a los espermatozoides animales). Para que la reproducción cruzada se lleve a cabo es necesario que el polen de una flor se traslade hasta la flor de otro individuo perteneciente a la misma especie de la que procede, y se fusione con el óvulo. Si bien existen angiospermas cuyo polen puede fusionarse con el óvulo de la misma flor, es bastante más común que se dé el intercambio de polen entre individuos, pues así incrementa la diversidad genética de la especie. A este proceso de intercambio de polen se le conoce como polinización. Ahora bien, este transporte de los gametos masculinos no se da por sí solo, pues los granos de polen son minúsculos (10-150 μm) y les sería imposible emprender un viaje que puede ir desde unos cuantos centímetros hasta cientos de metros. Es por ello que las angiospermas han conseguido servirse de la ayuda de factores abióticos (viento y agua) o bióticos (principalmente animales) para llevar a cabo este transporte.

Los distintos tipos de polinización pueden clasificarse de acuerdo con el vector que facilita el traslado del polen, también llamado síndrome de polinización. Es así como, en el caso de los pastos (de la familia Pooaceae), los cuales son polinizados por la acción del viento, encontramos la neumofilia (pneuma=aire, philos=amor). De la misma manera, las plantas que son polinizadas preferentemente por abejas o avispas, como el higo (Ficus carica), poseen el síndrome de melitofilia (proveniente del nombre científico de la abeja mielera, Apis mellifera) (Figura 1.). Uno de los síndromes de polinización más fascinantes, debido al alto nivel de especialización y convergencia que representa, es el de quiropterofilia, es decir, polinización por murciélagos.



Figura 1. Polinización. a) Polinización por viento en los miembros de la familia de los pastos (poaceae) . b) Melitofilia en Titonia sp.. c) Polinización por mariposas (Lepidoptera).

Murciélagos polinizadores

 De las 18 familias reconocidas de murciélagos (Chiroptera), sólo dos se relacionan de forma mutualista con las flores. La familia Pteropodidae, cuyos representantes se distribuyen a lo largo de Eurasia, incluyendo las islas del Pacífico y Oceanía; y la familia Phyllostomidae, que es propia de América. La primera contiene aproximadamente 15 especies de visitantes florales, mientras la segunda posee hasta 38 especies.

Es posible distinguir a estos alados amantes de las flores del resto de sus compañeros murciélagos gracias a algunas modificaciones corporales que les son exclusivas. Entre estas características se destacan un alargamiento del rostro, posiblemente en favor de introducir la trompa dentro de las flores, una reducción de la dentadura, debida al cambio de alimentación de materia sólida a líquida, y un incremento en la longitud de la lengua, así como presencia de “pelillos” en la misma, de manera que se facilita la colecta de néctar. Dentro de las dos familias de murciélagos polinizadores existen caracteres propios que, a su vez, permiten discernirlas entre sí. Por una parte, los murciélagos filostómidos alcanzan una masa promedio de 14 g, durante sus visitas florales tienen la costumbre de permanecer suspendidos en el aire, y la longitud de sus rostros y lenguas tiene un rango amplio, a pesar de poseer narices chatas en muchos casos. Por otra parte, los murciélagos pteropódidos alcanzan hasta 38 g de masa promedio, suelen aterrizar en la flor durante sus visitas y poseen una longitud de rostro y lengua poco variable, exhibiendo de forma general un rostro alargado con nariz redonda.

En cuanto a la diversidad de murciélagos polinizadores puede señalarse que es, en realidad, escasa. A pesar de que casi el 99% de las angiospermas tienen una polinización dependiente de animales, la amplia mayoría de las especies recurren a los insectos para dispersar el polen. Esto, se piensa, es debido a que los insectos consumen poco néctar en comparación con los vertebrados, por lo que las plantas no invierten mucha energía en la producción del dulce líquido. Lo realmente sorprendente es que, siendo tan energéticamente demandantes, algunos grupos de aves y murciélagos hayan establecido una relación estrictamente dependiente del néctar floral (Figura 2.).

Figura 2. Murciélago del género Pipistrellus spp. las especies adscritas a este género son polinizadores de agaves.

  

Flores con quiropterofilia

Tal como ocurre con los murciélagos, que han desarrollado un arsenal completo de adaptaciones para alimentarse de las flores, las plantas han hecho lo mismo para facilitar su encuentro con estos mamíferos nocturnos. Las características florales clásicamente relacionadas a quiropterofilia son: la apertura nocturna de las flores, coloración poco llamativa, olores ácidos o rancios, y la producción de un premio como el néctar. Si bien estos rasgos pueden estar presentes en flores polinizadas por muchos otros tipos de animales, existe una clara tendencia para atraer animales voladores, sensibles al olor e insensibles a estímulos visuales como el color. Adicionalmente, determinadas particularidades florales parecen promover la visita de murciélagos.

Un ejemplo peculiar se observa en las flores de Mulcuna holtonii (de la familia de las leguminosas, Fabaceae), cuya forma de los pétalos está modificada de manera que promueve una mayor reflectancia de las ondas sonoras que la impactan. Los murciélagos filostómidos, al poseer una orientación por medio de ecolocalización, encuentran y se alimentan de estas flores con facilidad. Y no sólo esto, pues resulta que dichas flores, después de la primera visita por parte de un polinizador, disminuyen en cinco veces la producción de néctar. Es decir, una vez que el visitante floral conoce la localización de la planta se hace innecesario el gasto energético de producir tanto néctar. Las visitas subsecuentes a la misma planta quedan relegadas, de esta manera, a polinizadores que posean memoria espacial y facilidad de ubicación, como son los murciélagos.

Otro rasgo que nos habla de una preferencia por las peludas aves nocturnas es el tipo de premios ofrecidos, ya que son éstos, en última instancia, los que promueven la llegada de polinizadores. Típicamente se habla del néctar, aunque algunos murciélagos son capaces de consumir tanto los granos de polen como las hojas florales (sépalos o pétalos). Lo especial con este tipo de néctar es que su cantidad es mucho mayor que la registrada para plantas con cualquier otro tipo de síndrome de polinización, con volúmenes que van desde 10 μL hasta 15 mL en una sola flor por noche. Además, el azúcar diluido en este líquido puede tener una concentración variable entre 5 y 29%. Cantidades que son suficientes para satisfacer a organismos de gran tamaño con un metabolismo acelerado, tal como les sucede a los vertebrados endotermos, entre ellos los murciélagos.

Otra cualidad importante que determina la quiropterofilia no es, curiosamente, facilitar la visita de murciélagos, sino impedir la ocurrencia de otros polinizadores. Se han descrito cinco determinantes de esto: tamaño de la flor, forma, durabilidad, localización dentro de la planta y hora de apertura. El tamaño de la flor, así como su forma y dureza, son factores que influyen en el acceso al néctar, ya que formas campanulares, entradas estrechas o muy duras impedirán que insectos tengan acceso al polen. Por otra parte, la localización y hora de apertura son características consideradas universales para flores con quiropterofilia. Las flores nocturnas están completamente fuera del alcance de polinizadores diurnos, que son la mayoría (abejas, escarabajos, mariposas, colibríes, roedores, etc.). Si, además, se encuentran aisladas a grandes alturas o en tallos especiales que se alcen decenas de metros sobre el suelo, ni siquiera las polillas nocturnas podrán alcanzar dichas flores, por lo que los murciélagos quedan como únicos polinizadores posibles.

Ahora bien, entrando un poco en materia de diversidad, ¿qué tipo de plantas se sirven de la ayuda de estas pequeñas maravillas nocturnas? Por todas las cosas dichas con anterioridad parecería que la polinización por murciélagos es un fenómeno que se da de forma muy particular en sólo un puñado de organismos. Nada más lejos de la realidad, pues los murciélagos interactúan con plantas de muchas familias. Desde los plátanos (Musa acuminata), los loritos (Heliconia sp.), los cepillos (Callistemon sp.), las Burmeistera sp., el árbol de la olla (Lecythis sp.), la majestuosa ceiba (Ceiba pentandra), los cactus columnares de la tribu Pachycereeae, entre otras.

 

Importancia de la quiropterofilia

La quiropterofilia se destaca por muchas razones. Evolutivamente, por el prodigio que supone la interacción tan especial que se da entre grupos organísmicos tan distantes (animales y plantas) con el fin de que ambos perpetúen sus linajes. Ecológicamente, porque el fenómeno reproductivo, en las plantas, y alimentario, en murciélagos, moldea la supervivencia de las poblaciones y determina quiénes pasarán a la siguiente generación. Culturalmente se trata de un fenómeno interesantísimo, casi artístico, en el que el estilo de vida nocturno y el portento de volar que poseen los quirópteros confluye con la belleza y el simbolismo de las flores en una puesta en escena que dura apenas unos segundos, y que es una muestra perfecta de la maravilla que es la diversidad biótica y, en última instancia, la vida misma. Filosóficamente, incluso, podría ser una alegoría sobre la cooperación y la subsistencia. Sin embargo, ¿de qué nos sirve todo esto? ¿Es la quiropterofilia algo que deba importarnos más allá de la ciencia y la vanidad? Pues sí. Muy a pesar de lo que pueda parecer, es un proceso crucial, no sólo para los involucrados, sino también para seres tan “ajenos” a él como los humanos.

En términos numéricos, se ha documentado polinización por murciélagos en más de 528 especies de plantas, pertenecientes a más de 47 familias de angiospermas. En mayor o menor medida, estas plantas han conseguido continuar su linaje gracias a los murciélagos. Algunas de estas especies son de franca importancia para los humanos. Las bromelias (Bromeliaceae), por ejemplo, tan codiciadas por su belleza. También están algunos cocoteros y palmitas (Arecaceae), los primeros codiciados por sus jugosos frutos, las segundas usadas en la artesanía de canastos, sombreros, sillas y cuanta cosa pueda ocurrírsenos. Algunas calabacitas (Cucurbitaceae), cactus columnares (Figura 2.) camotes y batatas (Convolvulaceae) dependen de los murciélagos para reproducirse. La majestuosa ceiba, la planta sagrada de los mayas, y otros representantes de su familia (Malvaceae) también presentan quiropterofilia. Y qué decir de la interacción más famosa de los murciélagos: la del murciélago magueyero (Leptonycteris yerbabuenae) con los magueyes (Agave sp.). El maguey, la planta mística de mayahuel, la roseta antigua de los macehuales, la flor del desierto mexicano que salpica el Bajío con virtud inexplicable. La planta proveedora del aguamiel, del espirituoso pulque y el acerbo mezcal; que nos arropa con sus fibras de henequén. Los magueyes están envueltos en una tradición que se remonta casi 10, 000 años en el pasado y que actualmente es símbolo de la mexicanidad. Hoy en día, México envasa anualmente casi ¡8 millones de litros de mezcal! Una actividad de tan grande impacto económico no sería posible sin el esmero de los murciélagos, los polinizadores principales de los agaves. Con este escenario antes expuesto cabe pensar, pues, en cuántas cosas no podríamos disfrutar de no ser por los murciélagos y por su afortunada relación con las plantas (Figura 4.).

 


Figura 3. Cephalocereus  senitis. Sin la existencia de los murciélagos polinizadores esta cactácea no se podría reproducir exitosamente. 
Figura 4. Agave salmiana. Especie utilizada para la elaboración de pulque, la bebida de los dioses. Inspiración de la leyenda de Mayahuel.

Conclusión

El mundo como lo conocemos es el resultado de una cantidad ingente de relaciones. Algunas de éstas son entre entidades no vivas, como el aire, el agua, el Sol, las rocas terrestres, etc. Otras son entre seres vivos, bacterias con algas, plantas con hongos, animales con plantas o con otros animales, etc. Las combinaciones son prácticamente infinitas e imposibles de describir en totalidad. Lo que es notable, no obstante, es que todas estas relaciones hacen que el mundo funcione tal como nosotros lo percibimos. La vida, con todos sus claroscuros, es posible sólo en virtud de relaciones tan minúsculas y fáciles de ignorar como la que se ha explicado aquí, entre los murciélagos y las flores que polinizan. Es por ello que, como miembros que somos del mundo natural, conocer y cuidar en lo posible que estas relaciones se mantengan tal y como están, permitirá que el mundo siga siendo como lo conocemos y, a la postre, siga proveyéndonos de todos los bienes de los que disfrutamos.

Sobre el autor: https://revistarimega.blogspot.com/2023/06/demian-morales-gonzales.html 


Literatura recomendada

Fleming, T., Geiselman, C., Kress, W. (2009). The evolution of bat pollination: a phylogenetic perspective. Annals of Botany. 104, 1017-1043.

Kunz T., de Torrez E., Bauer D., Lobova T., Fleming T. (2011). Ecosystem services provided by bats. Europe. 1, 31-32.

Rivera, A., Quirino, R. (2020). Síndrome de quiropterofilia en cactus columnares. Desde el Herbario CICY. 12, 149-153.

Trejo-Salazar, R., Scheinvar, E., Eguiarte, L. (2015). ¿Quién poliniza realmente los agaves? Diversidad de visitantes florales en 3 especies de Agave (Agovoideae: Asparagaceae). Revista Mexicana de Biodiversidad. 86, 358-369.

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1 comentario:

  1. Excelente información acerca de los glossaphaginos es importante conocer su tan importante función en el ecosistema que con sus bellas siluetas en la oscuridad sabemos que ahi anda volando un héroe de los bosques. 🦇♥️

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